BOUNDED RATIONALITY, AMBIGUITY, AND THE ENGINEERING OF CHOICE (Título Original)
Autor: JAMES G. MARCH
La ingeniería de la decisión y el comportamiento decisorio ordinario
¿Es concebible que las prácticas de toma de decisiones implícitas en las teorías de la decisión hagan que la decisión humana sea peor en vez de mejor? ¿Qué evidencia empírica hay que demuestre o sugiera que la decisión humana es mejorada por el conocimiento de la teoría de la decisión o por la aplicación de las técnicas de decisión racional?
No está demás preguntarse cómo la implementación práctica de las teorías de la decisión combinada con las formas en que la gente toma decisiones, así como también nuestras ideas de ingeniería de la decisión pueden ser mejoradas a través de un mayor conocimiento descriptivo del comportamiento.
A simple vista, los modelos puros de decisión racional parecen obviamente apropiados como guías de la acción inteligente, aunque problemáticos a la hora de predecir el comportamiento. En la práctica, lo opuesto parece cumplirse, especialmente para muchos economistas. Siempre que utilicemos los modelos para predecir el comportamiento de grandes masas de individuos u organizaciones, la mayoría de los problemas son evitados por las conocidas ventajas de la agregación. Por otro lado, si decidimos predecir el comportamiento de un pequeño número de individuos o si pretendemos asesorar a un individuo u organización en particular, aquellas conocidas ventajas de la agregación se pierden. La ingeniería de la decisión depende de la correcta articulación entre la decisión entendida en términos de los supuestos del modelo y la decisión como entendible para el individuo normal.
Los modernos estudios del comportamiento humano asumen, al menos en forma implícita, que el comportamiento humano real es de una u otra forma racional. Existen muchos estudios que buscan encontrar la racionalidad en aparentes acciones o comportamientos anómalos. El axioma es que el humano es racional aunque no siempre sea evidente. Esta idea conservadora para una teoría descriptiva, puede no serlo tanto para las teorías normativas. Si un comportamiento que contradice al modelo normativo es considerado racional, luego, es lógico sospechar que debe haber algo equivocado en dicho modelo normativo.
La decisión racional involucra dos tipos de apreciaciones: apreciaciones sobre las consecuencias futuras de la decisión y apreciaciones sobre nuestras futuras preferencias acerca de dichas consecuencias. Ninguna de estas apreciaciones es sencilla. Las teorías de la decisión ante la incertidumbre ponen énfasis en las complicaciones de apreciar las consecuencias. Las teorías de la decisión ante conflicto o ambigüedad ponen énfasis en las complicaciones acerca de apreciar nuestras futuras preferencias.
Respecto a las teorías acerca de la incertidumbre, se han encontrado un número de situaciones en la cual los modelos clásicos al evaluar las alternativas en términos de sus consecuencias no son ni descriptivas ni una buena guía. Desde los estudios de Simon, el concepto de racionalidad limitada ha sido ampliamente reconocido tanto como un acercamiento al comportamiento humano real como un buen ajuste normativo (considerando el costo de la captura de información y las limitaciones humanas de procesar información).
En cuanto a las teorías acerca del conflicto, podemos decir que la mayoría de los estudios de la decisión asumen las preferencias futuras como variables exógenas, estables y conocidas, con una precisión adecuada para minimizar la ambigüedad de la decisión. Estos supuestos son obviamente susceptibles de cuestionamiento. En el caso de las decisiones colectivas hay problemas de conflicto de objetivos. En el caso de la decisión individual las preferencias suelen ser no del todo ciertas, usualmente inconsistentes y cambiantes en el tiempo –al menos como consecuencia de las acciones tomadas. Ignorar la ambigüedad envuelta en la apreciación de las preferencias futuras puede llevar a mal interpretar el comportamiento real como así también a mal representar el problema desde el punto de vista normativo.
Autor: JAMES G. MARCH
La ingeniería de la decisión y el comportamiento decisorio ordinario
¿Es concebible que las prácticas de toma de decisiones implícitas en las teorías de la decisión hagan que la decisión humana sea peor en vez de mejor? ¿Qué evidencia empírica hay que demuestre o sugiera que la decisión humana es mejorada por el conocimiento de la teoría de la decisión o por la aplicación de las técnicas de decisión racional?
No está demás preguntarse cómo la implementación práctica de las teorías de la decisión combinada con las formas en que la gente toma decisiones, así como también nuestras ideas de ingeniería de la decisión pueden ser mejoradas a través de un mayor conocimiento descriptivo del comportamiento.
A simple vista, los modelos puros de decisión racional parecen obviamente apropiados como guías de la acción inteligente, aunque problemáticos a la hora de predecir el comportamiento. En la práctica, lo opuesto parece cumplirse, especialmente para muchos economistas. Siempre que utilicemos los modelos para predecir el comportamiento de grandes masas de individuos u organizaciones, la mayoría de los problemas son evitados por las conocidas ventajas de la agregación. Por otro lado, si decidimos predecir el comportamiento de un pequeño número de individuos o si pretendemos asesorar a un individuo u organización en particular, aquellas conocidas ventajas de la agregación se pierden. La ingeniería de la decisión depende de la correcta articulación entre la decisión entendida en términos de los supuestos del modelo y la decisión como entendible para el individuo normal.
Los modernos estudios del comportamiento humano asumen, al menos en forma implícita, que el comportamiento humano real es de una u otra forma racional. Existen muchos estudios que buscan encontrar la racionalidad en aparentes acciones o comportamientos anómalos. El axioma es que el humano es racional aunque no siempre sea evidente. Esta idea conservadora para una teoría descriptiva, puede no serlo tanto para las teorías normativas. Si un comportamiento que contradice al modelo normativo es considerado racional, luego, es lógico sospechar que debe haber algo equivocado en dicho modelo normativo.
La decisión racional involucra dos tipos de apreciaciones: apreciaciones sobre las consecuencias futuras de la decisión y apreciaciones sobre nuestras futuras preferencias acerca de dichas consecuencias. Ninguna de estas apreciaciones es sencilla. Las teorías de la decisión ante la incertidumbre ponen énfasis en las complicaciones de apreciar las consecuencias. Las teorías de la decisión ante conflicto o ambigüedad ponen énfasis en las complicaciones acerca de apreciar nuestras futuras preferencias.
Respecto a las teorías acerca de la incertidumbre, se han encontrado un número de situaciones en la cual los modelos clásicos al evaluar las alternativas en términos de sus consecuencias no son ni descriptivas ni una buena guía. Desde los estudios de Simon, el concepto de racionalidad limitada ha sido ampliamente reconocido tanto como un acercamiento al comportamiento humano real como un buen ajuste normativo (considerando el costo de la captura de información y las limitaciones humanas de procesar información).
En cuanto a las teorías acerca del conflicto, podemos decir que la mayoría de los estudios de la decisión asumen las preferencias futuras como variables exógenas, estables y conocidas, con una precisión adecuada para minimizar la ambigüedad de la decisión. Estos supuestos son obviamente susceptibles de cuestionamiento. En el caso de las decisiones colectivas hay problemas de conflicto de objetivos. En el caso de la decisión individual las preferencias suelen ser no del todo ciertas, usualmente inconsistentes y cambiantes en el tiempo –al menos como consecuencia de las acciones tomadas. Ignorar la ambigüedad envuelta en la apreciación de las preferencias futuras puede llevar a mal interpretar el comportamiento real como así también a mal representar el problema desde el punto de vista normativo.